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Análisis de Super Crazy Rhythm Castle

Tenemos presente que la legendaria Konami no está tan metida actualmente en el mundillo como nos ha gustaría. Pero entre conversiones e intentos fallidos de repiscolar algunas franquicias aparece Super Crazy Rhythm Castle para alegrarnos el día.

A su propio ritmo

Tras acabar el juego todavía no sabemos exactamente qué es la nueva y original obra de los japoneses. Pero lo que sí podemos decir es que merece, y mucho, la pena. Una idea de esas que cada día abundan menos y que nos encanta recibir con los brazos abiertos. Un juego de ritmo diferente y la vez familiar donde las reglas cambian constantemente pensado para jugarlo en compañía de hasta tres amigos más. Pero además de eso también es una aventura en la que, prueba tras prueba, avanzaremos por las salas del castillo gobernado por el actual señor del ritmo, el Rey Ferdinand I.

El castillo se distribuye en diferentes salas con varias puertas que dan paso a los niveles. Lo que viene siendo cualquier lobby central en un juego de plataformas, por ejemplo. Para abrir cada puerta primero deberemos sumar las estrellas necesarias que conseguimos en las anteriores (hasta tres por nivel en función de cómo lo hagamos). Y tras cada una nos aguarda una prueba musical tradicional, al más puro estilo Guitar Hero (por mentar uno), pero aderezada con imprevistos que alteran por completo cómo jugamos. De entrada no se nos penaliza por errar notas si no que a más aciertos mejor puntuación obtendremos o mejor progresaremos en la tarea del nivel.

Una idea que rompe las partidas, como bien hace Super Mario Wonder, y le confiere un aura cuanto menos extravagante

¿Por qué es así? En Super Crazy Rhythm Castle manejamos a unos dispares personajes que colocamos en un atril para tocar la canción. Pero en cualquier momento tendremos que dejar de tocar para ordenar unas cajas que impiden ver con claridad el pentagrama musical, acabar con unos enemigos con nuestro desinfectante y un sinfín de trabas que impiden que toquemos con tranquilidad. Una idea que rompe las partidas, como bien hace Super Mario Wonder, y le confiere un aura cuanto menos extravagante. Algo que quizá con una mejor presentación evitaríamos tener la sensación de andar perdidos.

Probablemente lo más desconcertante no sea ese feeling de no saber a qué nos tocará enfrentarnos si no cómo se comunican con el jugador. Incluso la entrada a él es algo distante, moviendo a los personajes de aquí para allá sin mucho contexto de lo que ocurre. Y como el nivel de exigencia jugable es tan elevado tampoco hay tiempo para asimilar de qué va todo el meollo. A medida que progresamos vamos comprendiendo su filosofía pero siendo un título principalmente multijugador quizá no es algo que todos los participantes puedan interpretar correctamente para desenvolverse de la forma adecuada. Igual que no todas sus ideas funcionan igual de bien.

¿Apto para todos?

Tan solo existen dos niveles de dificultad (normal y pro) que se ajustan automáticamente en función de las habilidades cada uno en la prueba inicial. Obviamente es algo que podemos regular manualmente más tarde, pero no a través de un menú, si no hablando con un personaje del mapa. Algo que demuestra lo poco intuitivo que puede resultar el juego de Konami para el usuario y que también se refleja con un detalle menor: la absurda velocidad de los textos. La historia se cuenta a través de bocadillos que aparecen y desaparece antes siquiera de poder leerlos. Y claro, si juegas con más gente la concentración debe ser máxima si quieres enterarte de todo.

Sin duda, un fiel reflejo de lo que ofrece Super Crazy Rhythm Castle como experiencia de usuario. Un juego excesivamente duro para los menos hábiles y quizá también para los que no lo son tanto ya que los niveles de dificultad no resultan asequibles para todos y el pro quizá se pasa de rosca. Cada jugador tiene su propio pentagrama acorde al nivel elegido (o compartido si es la misma dificultad) pero puede resultar incompatible a la hora de superar los niveles lastrando el avance en ellos. Al final para una mayor experiencia cooperativa y festera todos acabarán jugando en la dificultad menos dura. Pero si por contra somos individualistas se complica todavía más.

Al final para una mayor experiencia cooperativa y festera todos acabarán jugando en la dificultad menos dura.

Al cooperar mientras un jugador se enfoca en tocar las notas de la melodía, el otro puede atender a las necesidades del nivel. Efectivamente. Al jugar en solitario toca hacer doble faena por lo que se le puede atragantar a más de uno tanto por desarrollo como por dificultad. Sobre todo en el nivel pro donde no hay ningún tipo de compasión con el jugador y cada movimiento en falso se paga demasiado caro. La parte positiva es el gustazo que supone cualquier nivel gracias a una selección musical licenciada inmejorable y variada hasta decir basta tocando todos los géneros posibles durante su, al menos, media docena de horas que se alarga la aventura.

Tan pronto estamos tarareando una canción interpretada por sapos como enfrascados en un rockero solo de guitarra. Además existe una habitación donde tocar cualquier tema sin molestias, como en un juego musical al uso, y como guinda del pastel encontrar cartuchos para disfrutar de temas clásicos de franquicias como Castlevania, Bomberman o DDR. Un aliciente más a un producto que no deja indiferente a nadie por originalidad e intenciones del que muchos deberían tomar nota al que su mayor pero radica en la desorientación habitual del jugador.

Super Crazy Rhythm Castle

La música es su principal ingrediente, pero también el caos constante.

Versión del juego analizada: 1.0.1.0

Resumen
Super Crazy Rhythm Castle no es el juego de Konami que esperábamos pero no por ello debemos restarle mérito a uno de los títulos rítmicos más originales que recordamos. Un multijugador que suele exigir mucho por parte del jugador por dificultad y comprensión al no saber bien qué hacer pero al que merece la pena echarle el guante. Eso sí, no es la mejor recomendación que podamos hacer a los jugadores solitarios.
Bueno
  • Su original combinación de géneros.
  • Excelente selección musical.
  • Reto y secretos a partes iguales.
  • Pensado por y para cooperar.
Mal
  • No recomendado para los solitarios por su exigencia.
  • Le falta comunicarse mejor con el jugador.
  • No todas sus mecánicas son divertidas.
  • El rendimiento en el mapa, la velocidad de los textos...
7
Bueno
Escrito por
Jugador de corazón, amante del arte y enamorado del metal.

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